Absinthe, la Fée Verte” (el hada verde)

Por: Redacción


El autor hace referencia a la historia de esta preparación con base vegetal, que tuvo su origen en un convento. Su consumo se popularizó en los últimos tiempos, aunque es fabricada con menor graduación alcohólica, para disminuir sus efectos psicotrópicos.

La absenta es más conocida como “el hada verde”, pero no hay bebida con una historia tan controvertida y apasionante como la elaborada a partir de una planta: la absenta. De allí se obtiene una bebida de color verde esmeralda, denominada “ajenjo”, que -por sus características- gozó de una enorme popularidad en el ambiente artístico europeo, desde la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.

 

Como todas estas preparaciones con base vegetal, tuvieron su origen en algún convento. Se le atribuían propiedades como reconstituyente físico, luego se dijo que estimulaba la creatividad y por supuesto que tenía poder afrodisíaco. La receta fue explotada por herboristas hasta que se dedicó a su elaboración una destilería de la familia Pernod en Francia que luego extendió a España. 

Se popularizó como “Absinthe, la Fée Verte” (el hada verde). Los que saben cuentan que sus efectos son tan nocivos como cualquier bebida con altísima graduación alcohólica, además ingerida en cantidad. Ya se la conocía en Asia y norte de Africa y la llamaban el “tesoro de los pobres”.

 

La usaban para aliviar malestares y para elaborar otras bebidas, como base de los aperitivos de afamadas marcas mundiales: el vermouth (wermutkrau en alemán, que justamente es ajenjo en dicha lengua). Según observaban las autoridades consideraban que ese elixir -que llegaba a tener hasta 90º de alcohol (como quien dice: un alcohol saborizado)- causaba adicción, alucinaciones y convulsiones.

 

Parece que al beberla en estado puro y en buena cantidad tiene propiedades psicotrópicas y su ingesta sostenida en el tiempo provocaba el llamado “síndrome del absentismo”, con hiperexcitabilidad, conductas violentas y agresivas y cuadros de delirio.

 

 

Por ejemplo, el escritor francés Gustave Flaubert definió a la absenta, ajenjo o Artemisa como un veneno excelentemente violento. “Un vaso y estás muerto” y sostenía que “ha matado a más soldados (del ejército francés en operaciones al norte de Africa) que los beduinos”. “Será la ruina del ejército francés”. Oscar Wilde lo comparaba con una puesta de sol. El poeta Ernest Dowson decía: “El whisky y la cerveza son para tontos. El ajenjo para los poetas”.

EN CABARETS Y TANGUERÍAS

Se le atribuye haber llevado a muchos al suicidio, y a Van Gogh a cortarse la oreja. Ernest Hemingway la menciona en “Por quién doblan las campanas”. Muchos pintores la alaban porque ese licor contenía un hada que liberaba sus poderes cuando se lo bebía. (Picasso, Manet, Touluse-Lautrec ....).

 

Las autoridades europeas, a fines del siglo XIX, empezaron a denunciar que la ingesta de absenta pudiera haber sido la causa de asesinatos muy violentos o el origen de peleas ocurridas a la salida de los bares, como la de dos amigos Verlaine hirió gravemente de un tiro a Arthur Rimbau. Ya a comienzos del siglo XX comenzó a ser prohibida en casi todo el mundo: en Bélgica (1905), Suiza (1907), Estados Unidos (1912), Italia (1913) y Francia (1915).

 

Entre nosotros lo fue en 1907. El diputado Alfredo Palacios presentó un proyecto para prohibirla ya que sostenía que era una amenaza para los trabajadores. Su consumo se difundía en las tanguerías, cabarets y bares de la zona portuaria, y la hacen responsable del ambiente “pesado” de esos sitios. Hay tangos de Canaro o de Cadícamo que mencionaban al licor. Y también se cuenta que Carlos Gardel gustaba de beber ajenjo.

Via

ElLitoral.com

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